¿Se puede optimizar un responso?

Hace unos meses me tocó ir a un responso, acompañando a mi señora.
La persona que falleció no la conocía ni era cercano mío. Eso me permitió tomar cierta distancia emocional de la situación y mirar cómo ocurrían los distintos eventos de la que sería la última misa de despedida de aquella persona. Y para mi sorpresa, fue perfecto!



El responso era en una iglesia, en un lugar especialmente habilitado para ello. Era relativamente grande y espacioso para recibir a las personas. Bastante austero eso sí. 
Cuando llegamos habían unas 15 personas aproximadamente. Era un día de semana, cerca de las 6 de la tarde. Era verano, así que hacía calor. A medida que pasaban los minutos, más persona llegaban. Me llamó la atención que habían como 2 grupos etarios: unos más mayores y otro más joven, cerca de los 20 a 25 años. Habían varios niños también, pero que estaban "en su onda".
En lo personal, yo no conocía a nadie. Tampoco tenía contacto afectivo con quien había fallecido. Eso me facilitó hacer algo que hago muchas veces, subirme al balcón... y mirar a mi alrededor.

Habían 2 personas con guitarras. Al parecer uno de ellos era el que tenía la función de dirigir al grupo. Estuvo cerca de 30 minutos tocando muy despacio, casi como afinando su guitarra. No me pareció que fuese de la iglesia, sino más bien parte de los familiares o conocidos de la persona a la cual se estaba velando.
Si bien era un ambiente de tristeza, no era molesto ni tenso. Al parecer la muerte de la persona era, en cierto modo, esperada. Algo así me pude enterar.
Luego de unos instantes, alguien nos dice: "Ya! vamos a empezar!".
La verdad, no entendí que quiso decir con eso de "vamos a empezar". Si ya estábamos ahí, al igual que la gente, que ya eran cerca de 25 a 30 personas.
Entonces de una puerta trasera sale un sacerdote. Una persona ya mayor, de unos 70 años quizás. Vestido con una túnica blanca y una estola verde. Supongo que era italiano por el acento. Un grupo de personas comenzó a ordenar las sillas como en un semicírculo. Lo extraño es que nadie les dijo que hicieran eso. Fue como se estuvieran de acuerdo de antes.
Las personas con guitarras se pusieron una cada lado.
El sacerdote comenzó a hablar y a hacer una misa en honor de quien yacía ahí.
Las personas que antes estaban dispersas y en grupos separados, ahora estaban más reunidas. A medida de que el sacerdote decía algunas frases, la gente repetía o contestaba al unísono. Todos perfectamente coordinados. Parecía que hubiesen ensayado el funeral antes!
Entonces, luego de unos segundos de pausa del sacerdote, el guitarrista principal comienza a tocar los primeros acordes de una canción. El resto de la gente comienza a cantar una canción para mi desconocida hasta entonces. Todos al mismo ritmo, la letra era sabida por todos. Incluso algunos niños la sabían. Luego de unos 2 o 3 minutos, todos se detienen. El sacerdote continúa con sus palabras. Cada cierto tiempo tomaba la Biblia y leía pasajes de ésta. Luego, hacía un breve comentario al respecto.
Nuevamente, unos segundos de pausa y nuevos acordes en la guitarra se escuchaban. La audiencia comenzó a cantar una nueva canción. Todos coordinados. Igual que antes, todos se detienen a tiempo, para que continúe el responso.
El sacerdote prosigue leyendo pasajes bíblicos, y de cuando en cuando, la gente respondía con frases en perfecta sincronización. Cada palabra era exacta para cada persona. No había errores.
Así fueron unos 20 minutos, hasta que de un momento, gran parte de la audiencia se puso de rodillas. Yo no entendía mucho a esas alturas. A ver, el sacerdote no dijo nada al respecto. El guitarrista tampoco hizo nada que diera una señal de arrodillarse. De hecho nadie hizo nada que indicara que había que arrodillarse. Era como si la gente "lo supiera" nada más. Con gran parte de gente arrodillada, tanto el sacerdote como las personas pronunciaron una oración. Al igual que antes, todos coordinados, sin errores.
Luego de unos minutos, vuelven a sus puestos y una nueva canción sonaba. 
Mientras sonaba la música, el sacerdote comienza a abrir una caja dorada, saca una copa dorada y un paño blanco. Hablaba en voz baja. Remojó las ostias en vino y luego de unos segundos, levantó sus manos con la copa y las ostias en su interior. Entonces, todos enmudecieron. El sacerdote pronunció unas palabras en voz alta, ante lo cual varios de los asistentes comenzaron a hacer un signo de la cruz en sus frentes. Nuevamente, absolutamente coordinados, sin necesidad de que alguien les dijera lo que tenían que tenían que hacer.
Posterior a ello, se armó una pequeña fila para ir a buscar una ostia cerca del improvisado altar.
Finalmente, el sacerdote dice una últimas palabras de despedida. 

Con mi mirada ajena y analítica, pensaba: Y, ¿Se podrá optimizar este responso?
Mi respuesta es un rotundo NO.

Más allá del tema religioso, fue un evento perfecto. De principio a fin. Cada uno sabía lo que tenía que hacer y en qué momento hacerlo. No había ninguna persona liderando las acciones del resto. Simplemente, sabían lo que tenían que hacer sin esperar una orden. Cada tiempo, cada canción, cada oración era replicada de forma sincronizada y en perfecta armonía. Todo en su lugar, en el momento preciso. Nada faltó ni nada sobró. 

Entonces, ¿Cómo es posible que un grupo de personas, muchas de ellas desconocidas entre sí, logren tal perfección? 

Pues bien, el ambiente cultural en el cual están inmersos es similar y compartido, más allá si se conocen o no en persona. Todos están unidos por "la iglesia católica", sus ritos, sus valores. Posiblemente no es primera vez que acuden a un responso ni a una misa. Ya conocen los rituales. Los han vivido ellos y sus familias. No solo eso, sus abuelos y los abuelos de sus abuelos. 
La "cultura oganizacional católica" permite que esto suceda. Este elemento organizacional funciona como un eficiente sistema de control de gestión. 
Los sistemas de control de gestión reúnen y utilizan información para evaluar el rendimiento de diferentes recursos de la organización, tales como recursos humanos, físicos y financieros, así como a toda la organización como estrategia organizacional, reuniendo información para motivar al personal y evaluar su desempeño (Anthony y Govindarajan, 2007).
La potencia de compartir un tipo de cultura y que ésta sea la que impulse las actividades y decisiones de cada persona es clave de comprender. Y es quizás, el elemento más relevante e influyente a la hora de que las personas decidan hacer - o no hacer - algo. La cultura organizacional en el elemento más potente de control de gestión dentro de una institución. Sin embargo, no es fácil generar ésto. Se requiere tiempo, una clara planificación estratégica y de sus objetivos. Además, de detallar los procesos y roles involucrados y de un sistema de información y control eficaz.
Pero para crear "una cultura organizacional" es necesario, primero, que éstas - las organizaciones- tengan claro hacia dónde van. Dentro de las instituciones públicas no siempre son claros sus objetivos estratégicos, ni tampoco sus valores o cómo agrega valor a su quehacer. 

Para eso debemos realizar una planificación estratégica adecuada, la cual debe responder a los siguientes aspectos fundamentales:

  • ¿Cuál es nuestro propósito como organización pública?
  • ¿Cuáles son los objetivos básicos que nos plantea ese propósito?
  • ¿Cuándo y de qué manera los servicios y productos que le entregamos a la ciudadanía podrían quedar obsoletos?
  • ¿De qué manera la propuesta de valor que tenemos podría variar?
  • ¿De qué manera los productos y servicios que hoy entregamos son valorados por la ciudadanía?

Una vez tengamos diseñado el plan y analizados esos elementos capitales, es necesario evaluar cómo llevarlos a cabo. Es decir, cómo elaborar la Dirección estratégica de la organización para viabilizarlos.

Más allá de todos los problemas y situaciones que está viviendo la Iglesia Católica en el mundo, ésta sigue siendo fuerte, al punto de que un grupo de desconocidos se reúnen en un pequeño galpón para realizar un responso perfectamente coordinado y organizado. Altamente entrenado. Cada uno tomando las decisiones adecuadas en el momento justo, realizando un proceso altamente eficiente y casi sin pérdidas. Unidos por un objetivo común y compartido. Y, lo que es más relevante aún, que lo hacen por su propia voluntad y automáticamente desde la sinceridad.

¿Tu organización es capaz de hacer algo así?
¿Las personas actúan de forma sincera, honesta y en beneficio de un objetivo superior trascendente?
¿Últimamente, te has subido al balcón a mirar cómo van las cosas?


Saludos!

Pd: Y no. No soy católico.


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